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domingo, 11 de enero de 2015

La arriesgada apuesta de adoptar el dólar como moneda


El presidente ecuatoriano Rafael Correa repite una y otra vez que la dolarización de la economía de su país fue una mala decisión.

BBC Mundo / Banca y Negocios

“Por errores históricos nosotros no tenemos moneda nacional, tenemos moneda extranjera”, dijo el mandatario en diciembre pasado, advirtiendo que esa peculiaridad hará más difícil que el país enfrente los problemas por la caída del precio del petróleo.

La medida de la dolarización, tomada exactamente hace 15 años, fue la reacción de un gobierno desesperado, encabezado por el entonces presidente Jamil Mahuad, quien en medio de un colapso generalizado de la economía, decidió el 9 de enero de 2000 renunciar a la moneda nacional y vincular la suerte económica de Ecuador a una moneda extranjera.

En ese momento el dólar fue visto como tabla de salvación de la economía ecuatoriana, lo único que detuvo una devaluación frenética y un pánico financiero que amenazaban con dejar al país en la ruina.

Lo sorprendente es que una década y media después, la medida se mantenga, pese a que ahora rige en un país gobernado por un presidente de izquierda.

Por cuenta de la oposición del propio presidente contra la medida, el caso de la dolarización ecuatoriana es tal vez el más notorio en América Latina, pero no el único. Desde 1904 el dólar ha sido la moneda panameña y también desde 2001 es la divisa de El Salvador.

Los retos

El experimento puede enfrentar un reto importante en 2015. Las condiciones internacionales parecen encaminarse a subrayar con intensidad algunos de los riesgos que tiene depender tan cercanamente del dólar.

Mantener una moneda ha sido desde la antigüedad una de las funciones básicas de los gobiernos. Se considera un atributo de soberanía y una herramienta central del manejo económico. Por lo que estos tres países latinoamericanos que renuncian a dicho instrumento toman un camino inusual.

Pues lo que le conviene a Washington puede no ser lo mejor en Quito o San Salvador. El dólar se está apreciando frente al euro y otras divisas. Se espera que el banco central estadounidense lleve a cabo en 2015 una política monetaria restrictiva para evitar el riesgo de inflación en su propio país a medida que la economía despegue.

Pero en Ecuador, las condiciones de la economía van en dirección contraria. Con el desplome de los precios del petróleo en el segundo semestre de 2014, ha caído la principal exportación ecuatoriana. Y con menos dólares entrando al país, se reduce la moneda circulante y la actividad económica se resiente.

Sin devaluación

Una respuesta posible de una nación enfrentando el riesgo de recesión sería propiciar una devaluación de su moneda, para así abaratar los precios de sus productos en el exterior y aumentar la producción. Esa es una opción que no está disponible para Ecuador, El Salvador o Panamá, pues su política monetaria y cambiaria se fija en Washington.

Y por eso, en el caso ecuatoriano, además del efecto negativo sobre la economía interna que causará, al menos en el corto plazo, la disminución de dólares en circulación por los precios menos favorables del petróleo, la apreciación del dólar encarecerá otros bienes ecuatorianos a sus potenciales clientes en el mundo.

Por ejemplo, un comprador europeo tendría que usar más euros para comprar la misma cantidad de flores ecuatorianas, una de las mayores exportaciones del país además de los hidrocarburos. Por lo que es posible que reduzca su consumo de esos bienes de la nación sudamericana.

Otra fuente clave de ingresos para Ecuador, las remesas de los inmigrantes en Europa, se reducirá a medida que los euros que envían los ecuatorianos de ultramar se conviertan en menos dólares a su llegada a Quito.

“Vacuna contra la inflación”

No obstante, el respaldo por el dólar no desaparece. En Ecuador, el mismo electorado que reeligió a un presidente de izquierda como Rafael Correa, se manifiesta abrumadoramente a favor del dólar en las encuestas. Un sondeo de opinión citado este jueves por el diario El Comercio de Quito, llevado a cabo por la empresa Cedatos, asegura que el 85% de la población ecuatoriana está a favor de mantener la divisa estadounidense.

El experimento latinoamericano con la dolarización encuentra también admiradores en los centros de investigación de derecha, como el Instituto Cato de Washington. Ahí, la investigadora ecuatoriana Gabriela Calderón de Burgos le dice a BBC Mundo que es una política que ha traído enormes beneficios a los tres países que la practican en la región.

En el caso ecuatoriano, dice, “ha mantenido la estabilidad de precios y ha divorciado la estabilidad monetaria de la constante inestabilidad política y las consistentes volatilidades en el ámbito fiscal”.

Calderón alega que la desconfianza de los ecuatorianos por sus actuales líderes políticos supera a la animadversión que podrían tener por el dólar.

“Ha sido una especie de vacuna contra la inflación y la devaluación, algo que no sería difícil de imaginar que este gobierno lo empleara si tuviera la capacidad de conducir la política monetaria”.

“Directo del manual populista es echarle la culpa de lo que va mal a factores externos”, dice Calderón para explicar el porqué de las críticas del presidente Correa a la dolarización, que atribuye a la necesidad de desviar la atención de los problemas fiscales que sufre el país.

Dolarización espontánea

También dice la investigadora que Panamá y El Salvador son prueba adicional de países que han evitado crisis económicas mayores en los años en que le han entregado su soberanía monetaria al dólar.

También rechaza la idea de que la dolarización sea un obstáculo al crecimiento de las exportaciones por excluir la posibilidad de una devaluación. “Si así fuera Ecuador habría sido una estrella de las exportaciones en la década del 90, cuando se devaluó bastante pero las exportaciones crecieron apenas 0,6%”, señala.

Para Calderón, la dolarización consagra algo que la gente ya hacía en la práctica.

“En Latinoamérica hay un fenómeno que se conoce como la dolarización espontánea. Antes de 2000 en Ecuador el 70% de la economía ya se transaba en dólares. El gobierno lo que hizo el 9 de enero de 2000 fue simplemente reconocer lo que ya estaba sucediendo en la calle”.


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