El informe anual de Berkshire Hathaway pone de relieve la destreza del inversor a la hora del aplazar los pagos para destinar el dinero a otros proyectos rentables.
Banca y Negocios
Warren Buffett es uno de los defensores más famosos del alza de impuestos. Pero lo que se resalta con menos frecuencia es su cruzada a favor de demorar los pagos fiscales tanto como sea posible, reseña iprofesional.com.
El último y mejor ejemplo de ello es que su firma, Berkshire Hathaway, ha logrado aplazar el pago de u$s61.900 millones en impuestos corporativos, según se desprendía en el informe anual de la compañía.
Esta cifra -equivalente a unos ocho años de impuestos de Berkshire según las tasas actuales- indica que Buffett es consciente de que al demorar el vencimiento de los impuestos, dispone de más dinero para invertir en el momento.
También recuerda que la picaresca con los impuestos ha ido unida a la carrera de Buffett, pese a que, gracias a su crecimiento, Berkshire se ha convertido en uno de las firmas de mayor contribución al Tesoro.
El total de impuestos aplazados que reflejaba Berkshire a finales de 2014 es más de cinco veces el nivel de hace una década, a raíz de la incursión de Buffett en negocios más intensivos en capital con la adquisición del grupo ferroviario BNSF y de una serie de empresas del sector eléctrico.
Crédito sin intereses
El régimen tributario estadounidense incentiva la inversión de capital mediante el trato que da a la depreciación de activos, como centrales eléctricas e infraestructuras de ferrocarriles, permitiendo a las compañías obtener beneficios que se fiscalizarán en un momento posterior de la vida de estos activos. El Congreso amplió estos incentivos para la inversión empresarial tras la crisis financiera. La división Energy de Berkshire también recibe créditos fiscales por la generación de energía renovable.
Hasta que venzan los impuestos de Berkshire, Buffett puede emplear el dinero en otras inversiones, aumentando la rentabilidad con el tiempo. Es un movimiento que él mismo describe como un préstamo sin intereses del Gobierno.
En 2014, Berkshire pagó u$s4.900 millones en impuestos, según su informe sobre los flujos de caja, pero en última instancia tendrá que pagar 7.900 millones por los beneficios del año pasado.
Como el 85% de sus ingresos procede de EE.UU., tiene menos posibilidades que otras multinacionales de minimizar la factura fiscal asegurándose de que los beneficios se registren en jurisdicciones con bajos impuestos.
Así, la tasa fiscal efectiva de Berkshire ha fluctuado entre el 31,1% y el 28,2% en los tres últimos años. En cambio, General Electric -el mayor conglomerado estadounidense por detrás de Berkshire- ha comunicado una tasa fiscal de entre el 14,6% y el 4,2%, mientras que Apple, la mayor compañía del mundo, paga entre el 26,2% y el 25,2%. La tasa impositiva media de las empresas en EE.UU. es del 35%.
El pago aplazado de impuestos es uno de los dos métodos de apalancamiento libres de impuestos empleados por Berkshire. Buffett también invierte las primas del negocio de seguros de Berkshire durante el periodo previo a que tengan que emplearse para pagar reclamaciones. Según su informe anual, la cuantía de esa “reserva” aumentó en u$s7.000 millones hasta u$s84.000 millones, en 2014.
Esta picaresca fiscal ha beneficiado a los seguidores de Buffett desde sus inicios en Berkshire, hace 50 años. Cuando asumió el control de un grupo textil en dificultades, éste no pagaba impuestos debido a las pérdidas registradas en los años previos.
Berkshire no paga dividendo, ya que Buffett cree que puede encontrar con ese dinero oportunidades de inversión capaces de batir al mercado. En su carta anual de 2012, Buffett defendió la estrategia recordando a los accionistas que tendrían que tributar por esos dividendos. Los inversores que necesiten liquidez deberían vender una parte de sus acciones, con lo que sólo pagarían impuestos sobre las ganancias de capital, señalaba.
Según consigna Expansión, en su última misiva a los accionistas, publicada el pasado fin de semana, Buffett hizo una defensa a ultranza de la estructura del conglomerado de Berkshire, haciendo referencia a los beneficios fiscales.
“En Berkshire, podemos -sin tener que pagar impuestos u otros costos- mover enormes sumas de negocios con oportunidades limitadas de inversión a otros sectores más prometedores”, explicaba. Uno de los lemas de Buffett es que “el plazo favorito de inversión en Berkshire es para siempre”, y reiteró su compromiso de no vender nunca una filial de Berkshire -lo que probablemente conllevaría el pago de una factura fiscal sobre las ganancias de capital-.
Intercambio de activos
Pero Berkshire ha sido capaz de abandonar varias inversiones antiguas y rentables sin tener que pagar por las ganancias de capital, mediante acuerdos poco habituales de intercambio de activos. El año pasado accedió a cambiar su participación de u$s4.700 millones en Procter & Gamble, sobre la que había obtenido un beneficio de más de u$s4.000 millones, por su filial Duracell.
Los impuestos sobre las ganancias de capital no se pagarán a menos que Berkshire venda Duracell, otro compromiso de más de u$s1.000 millones que podría no llegar a materializarse nunca.
El acuerdo de Duracell fue el tercero de ese tipo en un año. Buffett intercambió una participación minoritaria en Graham Holdings, expropietario de Washington Post y parte de la cartera de Berkshire desde los años 70, por un canal de televisión, y otra participación en Phillips 66 por una filial de la eléctrica. Sin embargo, es probable que el nivel de impuestos aplazados de Berkshire siga aumentando a medida que el grupo acumule más ganancias sobre sus participaciones y lleve a cabo inversiones como un programa por valor de u$s6.000 millones este año para modernizar BNSF.
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