“Manos oscuras” han sabido dar la vuelta para conseguir los trámites del “negocio” de las remesas en dólares que otorga Cadivi para venezolanos que viven en el exterior, o para extranjeros que deben enviar recursos a sus países. Centenares de personas están obteniendo millonarias ganancias con esta nueva cadena delictiva sembrada alrededor de una disposición legal que surgió para garantizar las divisas a este sector de la población. panorama.com Mediante providencia 096 del 28 de mayo del año 2009, Cadivi estableció los requisitos y condiciones para acceder a remesas familiares. Se fijó el derecho de enviar a cada familiar 300 dólares al mes, y hasta un máximo de 900 dólares mensuales para quienes tengan más de un familiar. En todos los casos solo para cónyugue, padres o hijos. El dinero lo deposita el remitente en bolívares en la casa de cambio o en el establecimiento autorizado y, luego, una vez aprobado el pago, el familiar que se encuentra en el exterior recibirá, días más tarde, un código con el que irá a la casa de cambio o local autorizado y recibirá su remesa en efectivo. Hasta aquí, la historia legal. En Maracaibo, capital del estado Zulia, fronterizo con Colombia, el tema de las remesas maneja una temperatura diferente. Interminables colas se observan todos los días en los centros de envíos autorizados y detrás de este fenómeno masivo, hay un delito creciente. Los nexos familiares con el vecino país han sido utilizados, como nunca antes, para acceder a los billetes verdes. La oferta, en los alrededores de estos centros de envío, va desde preparar las carpetas con todos los requisitos (constancias de trabajo en el exterior, constancias de residencia, etcétera), hasta viajes a la frontera para traer de vuelta el dinero que llegó a un familiar que funge como intermediario en un negocio de mutuo beneficio. “Hay puestos en el mercado Las Pulgas donde cancelas 2 mil bolívares y te arman la carpeta. ¿Cómo hacen para conseguir todo? No lo sé. Incluso, buscan hasta documentos que piden en Colombia, cédulas o constancias de viviendas, registro civil y número de cuenta. Al hacer ésto en Cadivi, dan a los días una clave que llevas a la casa de envío para la transferencia del dinero”, relató una comerciante, quien pidió reservar su identidad. Reveló que también hay funcionarios que perciben “hasta 700 bolívares por no revisar la documentación”. Muchos de estos empleados reciben el envío como casos de estudios en el exterior, con constancias falsas tramitadas en centros clandestinos. Hasta crean institutos fantasmas en Florida, haciendo creer que los dólares son para estudiantes . Otra modalidad se observa fuera de la casas de envío, donde se instalan gestores bajo toldos con computadores para hacer ver a los remitentes que el proceso es sencillo, solo con el fin de cobrar. También amanecen los cuidadores de puestos para vender hasta en 300 bolívares el lugar a quienes desean entrar primero a la casa de cambio. La “mascada” también toca a algunas trabajadoras domésticas cuyos padres o hijos viven en Colombia. Sus “patrones” gestionan los requisitos y logran que la remesa llegue al vecino país, luego el familiar que está en Colombia cobra el dinero en efectivo —en este caso 300 dólares al mes— y el dinero es entregado a la trabajadora doméstica, quien por un pago, lleva los dólares a manos de sus empleadores. Pero otro escenario es el de una red más grande, donde se captan perfiles aptos para solicitar los recursos y éstos hacen de “mula” para traer al país efectivo que se vende luego en el mercado negro. De allí se desprende el sospechoso cuadro en el que multitudes de ciudadanos, quienes dicen devengar sueldo mínimo, o son trabajadores a destajo, estén enviando más de dos mil bolívares mensuales en remesas familiares al vecino país. ¿De dónde sacaron el dinero? También se observan remitentes múltiples, según cuenta a este diario Marisol, usuaria. “Mientras a mi se me permite ayudar solo a dos beneficiarios, éstos llevan cuatro, seis y hasta 10 remesas ¿Por qué permiten eso? ¿A dónde va tanto dinero?”, se pregunta. Recientemente, en Táchira, el gobernador José Vielma Mora puso un pie sobre el cuello de este “monstruo” y decretó que las cartas de residencia para las remesas solo las expenderá una oficina creada para tal fin en la Gobernación. Ya había detectado que en la entidad se expedían cerca de 30 mil cartas de residencia para este trámite, muy por encima del registro de residentes en el exterior en ese estado andino. El economista Miguel Muñoz opina que este “desangre” de divisas crea una situación dificultosa que impacta en la inflación del país y que el Gobierno debe poner orden a esta estafa. Mientras, en Maracaibo, el “boom” de las remesas sigue desatado, un chorro abierto de dólares que espera ser detenido.
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domingo, 30 de junio de 2013
Delitos con remesas Cadivi se multiplican en el Zulia
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“Manos oscuras” han sabido dar la vuelta para conseguir los trámites del “negocio” de las remesas en dólares que otorga Cadivi para venezolanos que viven en el exterior, o para extranjeros que deben enviar recursos a sus países. Centenares de personas están obteniendo millonarias ganancias con esta nueva cadena delictiva sembrada alrededor de una disposición legal que surgió para garantizar las divisas a este sector de la población. panorama.com Mediante providencia 096 del 28 de mayo del año 2009, Cadivi estableció los requisitos y condiciones para acceder a remesas familiares. Se fijó el derecho de enviar a cada familiar 300 dólares al mes, y hasta un máximo de 900 dólares mensuales para quienes tengan más de un familiar. En todos los casos solo para cónyugue, padres o hijos. El dinero lo deposita el remitente en bolívares en la casa de cambio o en el establecimiento autorizado y, luego, una vez aprobado el pago, el familiar que se encuentra en el exterior recibirá, días más tarde, un código con el que irá a la casa de cambio o local autorizado y recibirá su remesa en efectivo. Hasta aquí, la historia legal. En Maracaibo, capital del estado Zulia, fronterizo con Colombia, el tema de las remesas maneja una temperatura diferente. Interminables colas se observan todos los días en los centros de envíos autorizados y detrás de este fenómeno masivo, hay un delito creciente. Los nexos familiares con el vecino país han sido utilizados, como nunca antes, para acceder a los billetes verdes. La oferta, en los alrededores de estos centros de envío, va desde preparar las carpetas con todos los requisitos (constancias de trabajo en el exterior, constancias de residencia, etcétera), hasta viajes a la frontera para traer de vuelta el dinero que llegó a un familiar que funge como intermediario en un negocio de mutuo beneficio. “Hay puestos en el mercado Las Pulgas donde cancelas 2 mil bolívares y te arman la carpeta. ¿Cómo hacen para conseguir todo? No lo sé. Incluso, buscan hasta documentos que piden en Colombia, cédulas o constancias de viviendas, registro civil y número de cuenta. Al hacer ésto en Cadivi, dan a los días una clave que llevas a la casa de envío para la transferencia del dinero”, relató una comerciante, quien pidió reservar su identidad. Reveló que también hay funcionarios que perciben “hasta 700 bolívares por no revisar la documentación”. Muchos de estos empleados reciben el envío como casos de estudios en el exterior, con constancias falsas tramitadas en centros clandestinos. Hasta crean institutos fantasmas en Florida, haciendo creer que los dólares son para estudiantes . Otra modalidad se observa fuera de la casas de envío, donde se instalan gestores bajo toldos con computadores para hacer ver a los remitentes que el proceso es sencillo, solo con el fin de cobrar. También amanecen los cuidadores de puestos para vender hasta en 300 bolívares el lugar a quienes desean entrar primero a la casa de cambio. La “mascada” también toca a algunas trabajadoras domésticas cuyos padres o hijos viven en Colombia. Sus “patrones” gestionan los requisitos y logran que la remesa llegue al vecino país, luego el familiar que está en Colombia cobra el dinero en efectivo —en este caso 300 dólares al mes— y el dinero es entregado a la trabajadora doméstica, quien por un pago, lleva los dólares a manos de sus empleadores. Pero otro escenario es el de una red más grande, donde se captan perfiles aptos para solicitar los recursos y éstos hacen de “mula” para traer al país efectivo que se vende luego en el mercado negro. De allí se desprende el sospechoso cuadro en el que multitudes de ciudadanos, quienes dicen devengar sueldo mínimo, o son trabajadores a destajo, estén enviando más de dos mil bolívares mensuales en remesas familiares al vecino país. ¿De dónde sacaron el dinero? También se observan remitentes múltiples, según cuenta a este diario Marisol, usuaria. “Mientras a mi se me permite ayudar solo a dos beneficiarios, éstos llevan cuatro, seis y hasta 10 remesas ¿Por qué permiten eso? ¿A dónde va tanto dinero?”, se pregunta. Recientemente, en Táchira, el gobernador José Vielma Mora puso un pie sobre el cuello de este “monstruo” y decretó que las cartas de residencia para las remesas solo las expenderá una oficina creada para tal fin en la Gobernación. Ya había detectado que en la entidad se expedían cerca de 30 mil cartas de residencia para este trámite, muy por encima del registro de residentes en el exterior en ese estado andino. El economista Miguel Muñoz opina que este “desangre” de divisas crea una situación dificultosa que impacta en la inflación del país y que el Gobierno debe poner orden a esta estafa. Mientras, en Maracaibo, el “boom” de las remesas sigue desatado, un chorro abierto de dólares que espera ser detenido.
“Manos oscuras” han sabido dar la vuelta para conseguir los trámites del “negocio” de las remesas en dólares que otorga Cadivi para venezolanos que viven en el exterior, o para extranjeros que deben enviar recursos a sus países. Centenares de personas están obteniendo millonarias ganancias con esta nueva cadena delictiva sembrada alrededor de una disposición legal que surgió para garantizar las divisas a este sector de la población. panorama.com Mediante providencia 096 del 28 de mayo del año 2009, Cadivi estableció los requisitos y condiciones para acceder a remesas familiares. Se fijó el derecho de enviar a cada familiar 300 dólares al mes, y hasta un máximo de 900 dólares mensuales para quienes tengan más de un familiar. En todos los casos solo para cónyugue, padres o hijos. El dinero lo deposita el remitente en bolívares en la casa de cambio o en el establecimiento autorizado y, luego, una vez aprobado el pago, el familiar que se encuentra en el exterior recibirá, días más tarde, un código con el que irá a la casa de cambio o local autorizado y recibirá su remesa en efectivo. Hasta aquí, la historia legal. En Maracaibo, capital del estado Zulia, fronterizo con Colombia, el tema de las remesas maneja una temperatura diferente. Interminables colas se observan todos los días en los centros de envíos autorizados y detrás de este fenómeno masivo, hay un delito creciente. Los nexos familiares con el vecino país han sido utilizados, como nunca antes, para acceder a los billetes verdes. La oferta, en los alrededores de estos centros de envío, va desde preparar las carpetas con todos los requisitos (constancias de trabajo en el exterior, constancias de residencia, etcétera), hasta viajes a la frontera para traer de vuelta el dinero que llegó a un familiar que funge como intermediario en un negocio de mutuo beneficio. “Hay puestos en el mercado Las Pulgas donde cancelas 2 mil bolívares y te arman la carpeta. ¿Cómo hacen para conseguir todo? No lo sé. Incluso, buscan hasta documentos que piden en Colombia, cédulas o constancias de viviendas, registro civil y número de cuenta. Al hacer ésto en Cadivi, dan a los días una clave que llevas a la casa de envío para la transferencia del dinero”, relató una comerciante, quien pidió reservar su identidad. Reveló que también hay funcionarios que perciben “hasta 700 bolívares por no revisar la documentación”. Muchos de estos empleados reciben el envío como casos de estudios en el exterior, con constancias falsas tramitadas en centros clandestinos. Hasta crean institutos fantasmas en Florida, haciendo creer que los dólares son para estudiantes . Otra modalidad se observa fuera de la casas de envío, donde se instalan gestores bajo toldos con computadores para hacer ver a los remitentes que el proceso es sencillo, solo con el fin de cobrar. También amanecen los cuidadores de puestos para vender hasta en 300 bolívares el lugar a quienes desean entrar primero a la casa de cambio. La “mascada” también toca a algunas trabajadoras domésticas cuyos padres o hijos viven en Colombia. Sus “patrones” gestionan los requisitos y logran que la remesa llegue al vecino país, luego el familiar que está en Colombia cobra el dinero en efectivo —en este caso 300 dólares al mes— y el dinero es entregado a la trabajadora doméstica, quien por un pago, lleva los dólares a manos de sus empleadores. Pero otro escenario es el de una red más grande, donde se captan perfiles aptos para solicitar los recursos y éstos hacen de “mula” para traer al país efectivo que se vende luego en el mercado negro. De allí se desprende el sospechoso cuadro en el que multitudes de ciudadanos, quienes dicen devengar sueldo mínimo, o son trabajadores a destajo, estén enviando más de dos mil bolívares mensuales en remesas familiares al vecino país. ¿De dónde sacaron el dinero? También se observan remitentes múltiples, según cuenta a este diario Marisol, usuaria. “Mientras a mi se me permite ayudar solo a dos beneficiarios, éstos llevan cuatro, seis y hasta 10 remesas ¿Por qué permiten eso? ¿A dónde va tanto dinero?”, se pregunta. Recientemente, en Táchira, el gobernador José Vielma Mora puso un pie sobre el cuello de este “monstruo” y decretó que las cartas de residencia para las remesas solo las expenderá una oficina creada para tal fin en la Gobernación. Ya había detectado que en la entidad se expedían cerca de 30 mil cartas de residencia para este trámite, muy por encima del registro de residentes en el exterior en ese estado andino. El economista Miguel Muñoz opina que este “desangre” de divisas crea una situación dificultosa que impacta en la inflación del país y que el Gobierno debe poner orden a esta estafa. Mientras, en Maracaibo, el “boom” de las remesas sigue desatado, un chorro abierto de dólares que espera ser detenido.