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martes, 17 de noviembre de 2015

¿Qué logras si imitas el estilo gerencial de Steve Jobs?


La nueva película biográfica de Steve Jobs es una descripción acertada de un hombre que callaba a gritos a sus colegas durante reuniones, era evidentemente impaciente y desestimaba las contribuciones de otros. Sin embargo, el desaparecido jefe de Apple, es elogiado como quizá el más exitoso empresario de su generación.

Banca y Negocios

¿Será que ser grosero, despiadado y ensimismado pone en posición ventajosa cuando se trata de ascender en el mundo de los negocios?

Todo lo contrario, según la profesora Christine Porath, de McDonough School of Business, de la Universidad de Georgetown, Estados Unidos.

“No le recomendaría a la gente que trate de imitar el estilo de Steve Jobs”, dice a la BBC.

En su investigación, que abarca más de 20 años, los encuestados le comentaron que trabajaban con menos intensidad si los gerentes eran groseros con ellos.

Estudios de laboratorio demostraron que estudiantes que eran despreciados por los profesores eventualmente tenían menos éxito con juegos de palabras.

Porath afirma que el comportamiento irrespetuoso de parte de jefes y colegas afecta la tasa de enfermedad y la salud mental, impide la creatividad y, sobre todo, disminuye la retención del personal.

Nada de lo anterior es un buen reflejo de los que están encargados.

“Lo que más escucho es: ‘si les grito, ¿acaso eso no los impulsa a obtener mejores resultados a corto plazo?'”, señala Porath a la BBC

Y remarca que hasta el mismo Steve Jobs calmó su comportamiento cuando regresó a Apple para su segundo y más exitoso período con la compañía.

El jefe

David Rawlinson, fundador de Restaurant Property, una empresa que administra las ventas y alquileres de lugares para restaurantes en Londres, emplea nueve personas y afirma que algunas veces no ser cortés da resultados.

“Creo que uno debe saber cuándo ser firme con la gente”, expresa.

“Perder los estribos es algunas veces un motivador muy poderoso y eso es algo que he tenido que hacer en el pasado”, dice.

“No me gusta hacerlo y creo que es un recurso de última instancia”, añade en diálogo con la BBC.

A pesar de expresar mal genio ocasionalmente, asegura que es cortés la mayoría del tiempo. Una vez al mes saca a sus empleados a “emborracharse, pasar un buen momento y a conocerse entre ellos”.

Pero sacar la garras, por ejemplo golpeando la mesa durante una reunión o soltar estratégicamente una rabieta, no siempre es una mala opción, según algunos.

El emprendedor e inversionista de riesgo Luke Johnson ha supervisado enormes cantidades de pequeñas y medianas empresas desde que vendió su primera compañía, Pizza Express, en 1999.

“Mi observación, de mi experiencia directa, es que para progresar la persona debe tener un destello de inflexibilidad“.

Dice que en su experiencia en la lucha diaria ha conocido muchos empresarios exitosos que no son especialmente amables pero eso generalmente es un síntoma de la presión bajo la que están.

“Creo que todos deberíamos respetar las cortesías sociales básicas y los que no lo hacemos -yo soy tan culpable como cualquier otro-, merecemos que nos reprendan”.

El empleado

Sarah (un pseudónimo) trabaja para un bufete internacional de abogados. Dice que en el ámbito del derecho corporativo paga ser fuerte.

“Esta es una industria donde ser muy egocéntrico es una ventaja en lugar de un obstáculo. En cuanto a caerle bien a tus colegas, es más un extra que algo necesariamente importante”, indica a la BBC.

“La naturaleza del trabajo es tal que realmente recompensa el ataque frontal”, confiesa. “No es exactamente agresivo pero ciertamente hay gente que expresa muy fuertemente sus opiniones, gente que se hace sentir. Como esa es la naturaleza, no son muchos los que progresan si no se ajustan a eso”.

Sarah proyecta competitividad y entra en discusiones acaloradas con otros en la oficina, intentando ser “uno de los muchachos”.

Dice que ser jefe de una empresa es asunto serio, con responsabilidad por los empleados y pagos de nómina a final de mes. “Así que no puedes gastar todo el tiempo deteniéndote en cada escritorio para preguntarle a la gente qué tal fin de semana tuvieron2, opina.

“Es probable -continúa- que corras el riesgo de parecer desinteresada, brusca o impaciente”.

Y añade que son generalmente los egoístas, aquellos que les gusta mandar, hasta el extremo de la arrogancia, los que tienen éxito.

“El liderazgo muchas veces tiene que ver con no prestarle atención a si tienes amigos o si le caes bien a la gente, sino con hacer lo correcto”, concluye. “Poner los sentimientos de la gente primero y la toma de decisiones correctas de segundo no es lo que yo llamo liderazgo”.

Ben Dattner, preparador de ejecutivos y autor del libro sobre gerencia “The Blame Game” (“El juego de echarse la culpa”), coincide con Sarah.

“Maquiavelo decía que es mejor que un líder sea temido que amado“, subraya Dattner.

“Si tu ética e integridad te permiten tomar la ruta de ‘quiero ser temido’, eso tal vez te sirva en ciertos contextos. Podrá no ganarte el afecto de otros pero se trata de lograr objetivos”.

El consejo de le da a sus clientes es mantener su estilo natural y adaptarlo cuando sea necesario.


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