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sábado, 13 de junio de 2015

Extécnico del BCV: La primera medida sería eliminar el control de cambio


“El verdadero origen de los males que vive Venezuela deriva de los controles”. Con esta premisa el economista zuliano Luis Boscán analiza la situación que atraviesa Venezuela, país que hasta junio no ha presentado cifras oficiales de inflación.

Margioni Bermúdez / PANORAMA

“No creo que haya riesgo de hiperinflación. Creo que ya se vive”, subrayó al insistir la demora en tomar las medidas necesarias ha subrayado los problemas.

Venezuela afronta la inflación más alta del continente, además de la desaparición de productos de los anaqueles y otros de consumo masivo como medicamentos y repuestos, lo que ha afectado la calidad de vida. El gobierno ha insistido en que obedece a “una guerra econónomica”, no obstante, especialistas han insistido en la necesidad de tomar medidas de fondo para atacar la raíz del problema.

Boscan egresó en 2003 de la escuela de Economía de la Universidad del Zulia y realizó una maestría en la Universidad de Los Andes. Fue analista del Banco Central de Venezuela entre 2006 a 2012. Actualmente reside en Dinamarca en donde cursa un doctorado y da clases en el Departamento de Economía de la Escuela de Negocios de Copenhague (CBS).

“Me parece que el momento de una ‘terapia de shock’ llegó (...) Al aplicar terapia de shock se podría restituir la credibilidad que es fundamental en política económica. La terapia se aplicó en países como Bolivia en los 80 y tuvo éxito. Claro! Lo van a tildar de neoliberal extremo”, considera.

“Consiste en eliminar los controles de precios de una sola vez y sin anestesia. Al hacer esto se desmontan los incentivos para cualquier actividad especulativa”, detalló.

Advirtió que: “Con la terapia de shock lo que sucede es abrupto. Eliminas los controles pero todos. Gasolina incluida. Y se restituye la normalidad en el transcurso de poco tiempo. Al principio habrá sobre reacción, pero luego los precios de los bienes incluido, el dólar, se estabiliza. Con las reservas como están, la medida número uno sería eliminar el control de tajo, restituir la convertibilidad de la moneda y dejar un esquema cambiarlo flexible”.

Como beneficios al tomar este camino está recuperar la confianza. “Al aplicar terapia de shock se podría restituir la credibilidad que es fundamental en política económica”.

“Una de las consecuencias es que ya Dólar Today no podría decir nada, sino el BCV retomaría el protagonismo”, sostuvo en alusión al portal que difunde los precios del mercado paralelo de divisas y que ha sido señalado por el gobierno de atacar la moneda nacional.

¿Si las decisiones económicas estuvieran a su cargo qué sería lo primero que haría? Ante la interrogante Boscán fue tajante: “Elimino el control cambiario y adopto tipo de cambio flexible, comienzo por allí”.

En segundo lugar, asomó: “Ordeno al BCV publicar un tipo de cambio de referencia sin ningún carácter vinculante, solo estadístico”.

En tercer lugar, “eliminaría controles en alimentos y otro montón de rubros. Con eso en tres meses los anaqueles se llenan”.

“El tema central en la política económica venezolana de los años recientes (y no tan recientes porque las medidas que se toman hoy son exactamente las mismas que se tomaron en los años 80 en el gobierno de Lusinchi sobre todo es el control de precios). El verdadero origen de la gran mayoría de los males que vive hoy Venezuela deriva de allí.

La curva de oferta y demanda de cualquier producto (puede ser el dólar, la harina PAN, los pañales, la gasolina) se cruzan en la cantidad de equilibrio y el precio de equilibrio. La curva de demanda desciende por la “ley de demanda” que se basa en la premisa de precios bajos, mayor consumo; precios altos, menor consumo.

En contraste, —subrayó— “la curva de oferta asciende ante mayores precios, pues hay más interés en vender; en tanto que menores precios, generan menor interés en vender”.

Sobre el Simadi, llamado el tercer mercado de divisas en Venezuela y en vigencia desde el 10 de febrero de 2015, Boscán considera que “fue una medida correcta, lógica y acertada. Fue el primer intento de reconocer formalmente la situación que vivimos, sin embargo, a estas alturas ya no resuelve, pues no puede ir sola.”.

Para que el Simadi funcione bien, explicó, “deben ocurrir al menos tres cosas: Primero, debe garantizarse que es un mecanismo confiable, que es el mercado quien dictará el precio y que si no hay dólares, el tipo de cambio se va para arriba: o sea, si no hay dólares, la consecuencia será inevitablemente dolorosa”.

“El gobierno tiene que saber que un buen día el dólar podría llegar a 300 o más, pero que el día que los agentes (compradores y vendedores) satisfagan sus necesidades de dólares y retorne la credibilidad, ese mismo precio puede bajar. De hecho, esto ocurre muchísimo luego de una devaluación o liberación del tipo de cambio: el efecto inicial es duro, pero si la política es coherente,las aguas retornan a su cauce. Segundo, agregó, “el gobierno no puede tener varios precios. Tiene que tener uno y sólo un precio. El día que eso suceda, las cosas cambiarán. Tercero, tiene que haber control de la inflación. Si esta no se controla, nadie querrá tener bolívares y la demanda por dólares no se reducirá”.

“Yo abogo por un tipo de cambio, si no flexible completamente (nadie en el mundo es flexible completamente cuando se trata del tipo de cambio), abogo por un tipo de cambio que pueda fluctuar libremente con intervención ordenada y anunciada del Banco Central. Abogo por un sistema cambiario de “flotación sucia” como se llama técnicamente. Los colombianos lo hacen así desde hace años y de esa forma defienden su pujante sector exportador y su economía en general. Todo esto, basándose en una meta concreta: controlar la inflación”, insistió.

Ante las matrices que se han inclinado por una dolarización de la economía venezolana Boscán respondió: “No comparto la dolarización. No me agrada. Hay gente que sí la apoya. Yo pienso que es contraproducente, me dirán muchos que ya hay dolarización de facto, y eso es cierto”.


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