Los virus del desquite, de la envidia, del engreído y de la baja autoestima son peor que el coronavirus, pues no dejan que se aplique ninguna política económica
ALEJANDRO J. SUCRE | EL UNIVERSAL
El coronavirus ha arrebatado hasta la fecha mas de 3000 vidas, 100.000 infectados y decenas de miles curados. Sin embargo, ese virus ha logrado detener al mundo civilizado de una manera determinante. Ha infectado a altos funcionarios públicos de grandes países y a ciudadanos. Ha logrado frenar a la economía mundial. Pone en riesgo el flujo de mercancía, de medicinas y la disponibilidad de alimentos. Pone en entredicho al sistema financiero mundial al bajar el turismo, los vuelos, los cruceros, el precio del petróleo, los espectáculos deportivas, el entretenimiento de todo tipo y así hasta quitarle valor a las acciones de las empresas que cotizan en las bolsas de valores del mundo. Incluso cada ciudadano sospecha de otros ciudadanos y se distancia para no contaminarse. Cierre de colegios y universidades.
Nosotros los venezolanos hemos experimentado y perdido mucho más en estos últimos 6 años y no debido a coranavirus. Nuestras perdidas son debido al virus del “desquite” de la revancha política que genera distorsiones de todo tipo en las relaciones entre los ciudadanos, produce erradas políticas económicas inspiradas en la venganza, incita paros y confrontación política tribal. Los venezolanos hemos tenido un virus peor que el coronavirus que no se previene con higiene personal sino con la higiene de nuestras almas y corazones. Un virus que ha tumbado no el 30 % ni el 40 % del valor de nuestras propiedades ni de la bolsa de valores sino hasta el 90 %. Un virus donde cada ciudadano se distancia no temporalmente sino crónicamente por sospecha de ser o no enchufado. El virus del desquite incluso erosionó la confianza en el voto para elegir a las autoridades del Estado. Este virus del “desquite” ha hecho emigrar a millones de venezolanos y padecer incertidumbre. El virus del desquite no solo infectó a la V República, sino también a la oposición de la VI República que quiso cambiar a la V con marchas, paros y empujones en lugar de tender puentes de entendimiento con propuestas, debates civilizados en la AN, y en todos los pueblos del país para convencer y persuadir a todos los ciudadanos de los cambios necesarios en las políticas económicas. Y a su vez el virus del desquite y la revancha con la IV República hizo que el gobierno de la V República responda permitiendo jóvenes muertos en las marchas y prisioneros, en lugar de corregir a tiempo con humildad las erradas políticas económicas y a la corrupción.
Ese virus del “desquite” que impregna a nuestros dirigentes políticos de lado y lado ha contaminado a gran parte de la ciudadanía y muchos que toman parte en la revancha, en la repartición y en las perdidas de las disputas. Hasta cedemos soberanía. Perdemos motivación, confianza en nuestro talento. Interés en un país donde los ciudadanos no colaboran entre si para el progreso individual y colectivo. La envidia que es el peor virus. Si no lo hago yo lo hace otro para justificar la corrupción que es el verdadero virus. Permitir monopolios en los liderazgos en nuestras instituciones es un virus mortal pero invisible incluso al microscopio. Que los políticos no tengan oficio productivo y que no sean elegidos en cada partido hace que tergiversen las funciones del partido y luego del Estado para su propio provecho.
El virus del desquite, la revancha y la envidia han acabado con Venezuela, una de las naciones de mayor potencial económico del planeta con 500 empresas del Estado dando perdidas, hiperinflación, y caída del 60 % del PIB en 5 años. Para superar el virus del “desquite” no hay que lavarse las manos sino la conciencia. Los virus del desquite, de la envidia, del engreído y de la baja autoestima son peor que el coronavirus, pues no dejan que se aplique ninguna política económica.
Twitter: @alejandrojsucre
ALEJANDRO J. SUCRE | EL UNIVERSAL
El coronavirus ha arrebatado hasta la fecha mas de 3000 vidas, 100.000 infectados y decenas de miles curados. Sin embargo, ese virus ha logrado detener al mundo civilizado de una manera determinante. Ha infectado a altos funcionarios públicos de grandes países y a ciudadanos. Ha logrado frenar a la economía mundial. Pone en riesgo el flujo de mercancía, de medicinas y la disponibilidad de alimentos. Pone en entredicho al sistema financiero mundial al bajar el turismo, los vuelos, los cruceros, el precio del petróleo, los espectáculos deportivas, el entretenimiento de todo tipo y así hasta quitarle valor a las acciones de las empresas que cotizan en las bolsas de valores del mundo. Incluso cada ciudadano sospecha de otros ciudadanos y se distancia para no contaminarse. Cierre de colegios y universidades.
Nosotros los venezolanos hemos experimentado y perdido mucho más en estos últimos 6 años y no debido a coranavirus. Nuestras perdidas son debido al virus del “desquite” de la revancha política que genera distorsiones de todo tipo en las relaciones entre los ciudadanos, produce erradas políticas económicas inspiradas en la venganza, incita paros y confrontación política tribal. Los venezolanos hemos tenido un virus peor que el coronavirus que no se previene con higiene personal sino con la higiene de nuestras almas y corazones. Un virus que ha tumbado no el 30 % ni el 40 % del valor de nuestras propiedades ni de la bolsa de valores sino hasta el 90 %. Un virus donde cada ciudadano se distancia no temporalmente sino crónicamente por sospecha de ser o no enchufado. El virus del desquite incluso erosionó la confianza en el voto para elegir a las autoridades del Estado. Este virus del “desquite” ha hecho emigrar a millones de venezolanos y padecer incertidumbre. El virus del desquite no solo infectó a la V República, sino también a la oposición de la VI República que quiso cambiar a la V con marchas, paros y empujones en lugar de tender puentes de entendimiento con propuestas, debates civilizados en la AN, y en todos los pueblos del país para convencer y persuadir a todos los ciudadanos de los cambios necesarios en las políticas económicas. Y a su vez el virus del desquite y la revancha con la IV República hizo que el gobierno de la V República responda permitiendo jóvenes muertos en las marchas y prisioneros, en lugar de corregir a tiempo con humildad las erradas políticas económicas y a la corrupción.
Ese virus del “desquite” que impregna a nuestros dirigentes políticos de lado y lado ha contaminado a gran parte de la ciudadanía y muchos que toman parte en la revancha, en la repartición y en las perdidas de las disputas. Hasta cedemos soberanía. Perdemos motivación, confianza en nuestro talento. Interés en un país donde los ciudadanos no colaboran entre si para el progreso individual y colectivo. La envidia que es el peor virus. Si no lo hago yo lo hace otro para justificar la corrupción que es el verdadero virus. Permitir monopolios en los liderazgos en nuestras instituciones es un virus mortal pero invisible incluso al microscopio. Que los políticos no tengan oficio productivo y que no sean elegidos en cada partido hace que tergiversen las funciones del partido y luego del Estado para su propio provecho.
El virus del desquite, la revancha y la envidia han acabado con Venezuela, una de las naciones de mayor potencial económico del planeta con 500 empresas del Estado dando perdidas, hiperinflación, y caída del 60 % del PIB en 5 años. Para superar el virus del “desquite” no hay que lavarse las manos sino la conciencia. Los virus del desquite, de la envidia, del engreído y de la baja autoestima son peor que el coronavirus, pues no dejan que se aplique ninguna política económica.
Twitter: @alejandrojsucre
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